domingo, 24 de febrero de 2008

Quisqueya

Quisqueya es un libro que publiqué en Puerto Rico en 1993 y que ahora mismo no se encuentra en circulación. Fue mi primer libro y aunque solamente incluye 41 de mis poesías y poemas, todos ellos son gritos de dolor a la Patria. Versos cuajados de tristezas por las tristes realidades y el caos en que por muchos años se encuentra nuestro país. Aunque salieron de más adentro del alma, ellas están en un lenguaje simple ya que tal vez carezco de la facultad de conocer todos los antros de la lengua, aunque sí he podido pincelarlas con lo que para mí hace que un poema sea poesía; métrica y rima. Estas poesías todas en un futuro cercano estarán saliendo en un libro titulado "República Dominicana".

En Tinieblas

Quisqueya, no existe en ti la armonía
del pueblo se oscurece su destino,
por doquier las erradas carabinas
y la plaga social del partidismo.

Es un sistema hueco, sin cinismo
que te tienes en ruinas, en miserias
sólo existe en tus líderes, egoísmo
esparciendo en tu suelo la pobreza.

Tan fértil y buena que es esa tierra
que ha sido nido de tantas fortunas,
un hecho que me llena de tristezas
como una ola que perdió su espuma.

En cada esquina vive la tortura
la gente transita como esqueletos,
parecen inyectados por la duda
¡no conocen las llamas del progreso!

No hay normas que rijan el macuteo
porque es por los grandes apoyado
así permitiendo que en nuestro pueblo
los militares sean juez y jurado.

Tu pueblo ¡Quisqueya! está llorando
no ves que ya te copas con sus lágrimas
de tinieblas los pecho se han colmado
y hasta las velas de ansiedad se apagan.
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Después

Después de que los años han pasado
y de guardar con amor sus recuerdos
he vuelto a ver mi suelo quisqueyano
y de tantos dolores me da miedo.

Caminé por sus calles, como un reo
aprisionado por el deterioro,
muchos pueblos parecen vertederos
¡prenda querida convertida en lodo!

Aquellos que vierten sus venas de oro
en un país de dudas le han tornado,
de cada rostro surge eterno enojo
¡nuestro pueblo vive desesperado!

El ambiente es como un fogón tapado
con un fuego interior que no soporta;
quizás es que se espera algún milagro
o que a la burocracia no le importa.

Es un dilema, como la copa rota
que por ser así siempre está vacía,
o como la espuma de osada ola
que sin tocar la arena ya partía.

Le queda, sólo y tal vez, la agonía
de penetrar como hiedra lo malo;
hacer de las torturas alegrías
y del egoísmo, un camposanto.

Después de que los años han pasado
sólo se ve en ella mil tristezas,
el lustre de su cuerpo le han vedado
ya no existe la luz, ni la nobleza.
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A mi Pueblo

Me pregunto, y estoy tan confundido
por los valores que a todos nos atan,
al ojear mi suelo tan querido
de pena y de lloro se llena mi alma.

En La Mona se encuentra la esperanza
de millares de hermanos tan sufridos,
atrás dejan en caos una Patria
y en penumbra el futuro de sus hijos.

Mas, aquellos que ya han fallecido
en la desesperada travesía
queremos entregarlos al olvido
y llamar sus hazañas cobardía.

Es un dilema más de economía
donde el capitalismo ha dominado,
si fuera otra la odiada ideología
donde quiera serían aceptados.

Los airosos muy bien son deportados
a enfrentar otras mil calamidades
y aquellos que escapan son atrapados
en un extranjerismo despreciable.

Siempre de fiesta las autoridades
vedadas por el don de la metralla
sin importarles, quizás, las crueldades
y el hambre que a nuestra nación abraza.

Y por más dolor que haya en el mañana
transido en el vestigio de los años,
nunca se va la tierra quisqueyana
de todo corazón dominicano.

Por esa razón somos tan malvados
dejando así sin pan a nuestro pueblo
de monumentos la ciudad llenando
y de muertos llenando el cementerio.
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Quinientos Años

Ojeo nuestra historia y me conmueve
que de dolor ¡tierra mía! te bañes...
¿Qué diría Martí? ¿Qué diría Duarte?
si en el laberinto de hoy se viesen.

Ayer la conquista, hoy florece el hambre;
los metales llevaron a Europa,
el oro blanco nos llenó de fosas,
toda blanca flor se manchó de sangre.

Nuestra dicha ha tenido cual la aurora
recurrente y efímero existir,
quinientos años de amargo vivir
diezmados por las garras invasoras.

Hoy queremos, más aún, esparcir
y grabar esas llamas de dolor;
mi pueblo levantó un faro a Colón
como recuerdo de todo sufrir.

Los gobiernos nos llenan de temor
el extranjero nos tiene en su puño
pues seguimos siendo los latifundios
se su avadía, y nuestra traición.
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A mi Patria

Anoche me acosté llorando, Patria...
En la ausencia sangran más mis heridas,
he visto que te cubres de desidias
que tus reyes no consagran la esperanza.

El pueblo pierde cuenta de los días,
la estética del habla hambrienta cede;
como anarquía por doquier florece
la falacia, la fuerza y la avaricia.

Con esas armas todo bien fenece
como se dan los ríos a la mar...
Mas, es efímera la luz del mal
donde por ti, un pensamiento quede.

Es increíble ¡Patria! la crueldad
con que tus propios hijos te han atado,
como si no fuera bastante el hado
que de otras tierras nos viene a bañar.

Yo nunca pude haber imaginado
en medio de tanto amor, un desierto,
una rama trunca, un seco hueso
y el sol con más ardor obliterando.

Los emigrantes somos más sinceros
porque aún te podemos comparar
y como un verso que dimos al mar
te llevamos transida en nuestros sueños.
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Las Carretas

Cien años, doscientos años atrás
teníamos carretas a colores
del progreso las grandes ilusiones
queriendo las distancias acortar.

Nuestra gente alcanzó mil horizontes
con los ejes grabando su destino
los corceles sirvieron de suplicio
alumbrando al futuro cual las flores.

El pensamiento humano, agresivo
traspasó la virtud de las carretas
y el vapor alcanzó nuevas fronteras
¡nueva idea acortando los caminos!

La tierra, por toda circunferenia,
se llenó de potentes maquinarias;
los rieles nos coparon de esperanzas
volviéndose la tierra más pequeña.

Este siglo empezó con la campana
de la industria aclamando mil laureles;
del oro negro surgió nueva fuente
y al universo nuestra ruta abarca.

En Quisqueya ¡oh Dios! vive la gente
con toda la visión de nuestra esfera.
Mas, atónita la nación espera
a que brote la flor de su simiente.

El mundo avanza muy veloz para ella,
la mente es chica para tanto juicio;
el andar por sus calles es un martirio
con gasolina aladas las carretas.
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Todavía

Llevo clavada de las penas mías
un ansia de mis amores calcinada,
la que lágrimas da a mis alegrías
y llena de verdor mis esperanzas.

Ha sido ella luz en mi camino
ala ha sido, en mi extenuante vuelo
y en la senda escabrosa del destino
ha sido, vanidosa, mi consuelo.

Las crueldades de la vida, a veces,
han querido sus llamas apagar
y los vestigios vanos de la suerte
han querido sus cauces olvidar.

Con ella he visto la verdad del mundo
desde que floreció mi primavera,
ella ha sido de mi quietud el murmullo
en todas esas calles extranjeras.

Ese vínculo que mi alma atesora,
esa ansia que late en mí todavía
es el hado exitante de la hora
en que regrese a ti ¡oh Patria mía!
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Tristes Días

Aunque cerca estoy de ti ¡Patria mía!
todavía no puedo con mis manos
acariciar la diestra de tu arcano
ni saciar tus verdades con mi vida.

Pero espero, y todo en mí se llena
de ausencia que la duda me calcina
y las horas de lluvias me cobijan
de ansiedades tantas y de tristezas.

Llegan por doquier mísero los casos
del caos que a nuestro pueblo envilece,
con los días la esperanza oscurece
y de tumbas se llena el camposanto.

Tal vez maldigo el hado pordiosero
que mis sendas de dudas la llenó
y al vuelo que de tu sol me arrancó
yo quisiera borrarlo del recuerdo.

Aunque cerca estoy de ti ¡Patria mía!
mis dichas se embarazan de temor...
Es el perfume de tu flor, dolor
que me da más tormentos cada día.
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Grito

Dentro de mi pecho vive la duda
la pena, la amargura, y el fastidio,
estos no son rémoras de la ruta
ya que son del nacimiento vestigios.

Pero me duele que de esa manera
yo tenga que expresar mis versos puros;
es que mi vida, tétrica, se eleva
a los extraños confines del mundo.

A Dios bendecimos por la existencia
que bañada de dolor nos ha dado
y lloramos después con tantas fuerzas
las desventuras de nuestros hermanos.

La tierra nos abraza con su fuego
de desencantos tantos y de luto,
de lágrimas se llena todo beso
y entre comillas queda nuestro orgullo.

Todo lo que nos rodea es misterio
todo cauce de amor se desvanece,
la burocracia nos cubre en su imperio
y entre sus garras nuestra fe perece.

Por eso es que hoy ¡mundo! yo te grito
este dolor mío que mi alma abate,
es que la herida siento y el quejido
¡de mi Patria! el pálido semblante.

Y si tú ¡Dios mío! eres tan justo
dime por qué no alumbras el sendero,
por qué no limpias el camino abrupto
y empapas de esperanzas nuestro suelo?
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No sé qué será de mí

En verdad, no sé qué será de mí...
Cuando todo a mi vista es sed, es hambre
y el cosmo no se para a consolarme
mi alma hecha pedazos, quiere morir.

Sin esperanzas ya la vida nace
en medio de esta selva de misterios,
todo el pueblo parece un cementerio
abatida su fe, y su linaje.

Mas, la pena mayor es que ese pueblo
se muestra alegre en su triste vivir,
a las sombras el suele sonreir
¡no conoce la lumbre del progreso!

En verdad, no sé qué será de mí...
Al ver la espuma de sus blancas olas
y la niebla que su estética viola
mi alma hecha pedazos, quiere morir.

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