miércoles, 3 de diciembre de 2014

André J. Moreta Damirón

En la vida hay personalidades que se van y no importa, a la vez hay otras que al irse se llevan parte de ti.  Eso es lo que me acaba de pasar con mi cuñado Andres J Moreta Damirón (Papito), como cariñosamente le llamábamos.

Originalmente conocí a Papito en junio de 1979.  Ocasión en la que visité a Puerto Rico en conexión a mi traslado militar de Alemania hacia Estados Unidos.  Desde el día uno me impactó su alegre personalidad y su sentido de paciencia.  A medida que fueron pasando los años aprendí que detrás de esa sonrisa y de la paciencia que siempre le acompañó, había un hombre con un temple de acero.  Un hombre de acción que conquistaba al mundo con el arma de su palabra.

A partir de julio del 1990, fecha en la cual terminara mi carrera militar con el Ejécito de Estados Unidos y a la vez mi regreso a Puerto Rico, ya Papito ocupando la posición de Cónsul General, fue que en realidad vine a compartir con él casi a diario.  Día a día fui aprendiendo más y más de su amor y dedicación a la familia, a la Patria, y al pueblo dominicano en general.

Su residencia de la calle Cuevillas, Miramar, Puerto Rico, era como un museo con bellas fotos y pinturas, mayormente de su madre "La Soberana" Casandra Damirón, cuya historia por demás enriquece la historia del pueblo dominicano.  En una ocasión me enseñó sus recuerdos de sus días de juventud como piloto de la Fuerza Aérea Dominicana.  Primer piloto dominicano que rompiera la barrera del sonido.  Esa misma casa, a su vez, era como un club donde a diario había una diáspora de profesionales dominicanos residentes en Puerto Rico.  Entre estos estaba el licenciado Andres Aybar, el contratista Julián Veloz, el empresario Zoilo López, la periodista Isabel Vargas, la bella Marisol Baez y otros.  Allí se hablaba de política, se bebía, se comía, se reía y hasta se discutía en ocasiones aunque Papito siempre mantuvo el control de todas las situaciones.

Papito se había ganado la confianza de las autoridades gubernamentales de Puerto Rico y consecuentemente asistía a muchas de las funciones oficiales y privadas de dicho Gobierno.  A unas cuantas de esas funciones tuve el honor de acompañarle.  Nunca se me olvidaría el cumpleaños de Doña Felisa Rincón de Gautier, ex alcaldesa de San Juán.  Recordar a Doña Felisa sentada en su trono y la belleza de mi hernana Angela (esposa de Papito) y de la licenciada Casilda Umpierre rodeándola con besos y abrazos, mientras yo abría una botella de champaña para llenar sus vasos con la refrescante bebida y así brindar por ella.  En esos años que siguieron tuve el placer y el honor de ser la persona que proveyó los servicios de catering al Consulado Dominicano, al mismo tiempo empapándome del cuido que se le dio al pueblo dominicano en Puerto Rico y de como emergió la imagen que se proyectó de todos nosotros.

El humor de Papito era inigualable.  Una noche compartiendo con él en su oficina consular de la Avenida Ponce de León en Santurce, donde se quedaba hasta las tantas de las noches, le traen a un dominicano sin papeles pidiendo por favor que le dieran un pasaje para regresar a República Dominicana.  Papito en silencio lo mira de arriba abajo mientras aquel hombre seguía tratando de explicar todas las razones por las cuales debe de regresar.  Papito, aprovechando uno de esos momentos cuando al hombre se le acababa el aire para hablar, le pregunta:  "Y es que no hay yolas que van de regreso".  El hombre cambió de colores porque no esperaba algo similar pero Papito a su vez, le dijo que lo iba a poner en la lista para que lo regresaran y a la vez explicándole las consecuencias.

Cuando viajé a República Dominicana en abril del 2012 para poner en circulación mi libro "De mi jardín de versos", le pedí a Papito que me hiciera el honor de que él fuera la persona que hiciera la introducción de mi presentación, cuya actividad fue auspiciada por el Ministerio de Cultura dentro de las actividades de la XV Feria Internacional del Libro, Santo Domingo 2012.  Papito aceptó y eso fue un gran orgullo para mí y todos los que estuvieron allí presentes.

Papito, muy bien puedo decir, que fue el corazón del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en Puerto Rico.  A la vez uno de los hombres más confiable del ex presidente Joaquín Balaguer.  Incluso para que recibiera a su nombre a los Reyes de España en el Palacio Nacional, Santo Domingo. Donde quiera que estuvo fue un digno representante del pueblo dominicano, sin lucro personal y haciendo que se valoraran los nombres de nuestros caudillos.

Sus funciones diplomáticas incluyeron posiciones en Puerto Rico como agregado comercial, vice cónsul y cónsul general.  En Caracas, Venezuela, fue Embajador Plenipotenciario. En ambos países fue Decano del Cuerpo Consular y Diplomático.  Por muchos años se desempeñó como encargado de la División de Relaciones con Haití.  Más recientemente como Embajador Adscrito de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Santo Domingo.

Lo grande de Papito fue el hecho de que no se conformó con lo esperado de él, pero que se ocupó por ir más allá.  En el 1987 creó en Puerto Rico "La Semana Dominicana", cuyas actividades se celebran con motivo a nuestra Independencia, 27 de febrero de cada año.  Fue un promotor incansable de las "Zonas Francas" para la República Dominicana.  Creó en Santurce, Puerto Rico, Parada 26, la Plaza de la Libertad, formando así la "Trilogía del Caribe", donde se encuentra el busto de nuestro libertador, Juán Pablo Duarte, del insigne educador puertorriqueño, Eugenio María de Hostos, y del libertador cubano, José Martí.

Andres Moreta Damirón no tuvo límite en sus funciones como diplomático y como ciudadano.  Sus logros fueron porque supo tomar acción cuando vio la oportunidad.  Fue miembro del Instituto Duartiano de Venezuela y de la República Dominicana al igual que del Instituto Hostosiano de Santo Domingo.

Papito:  Siempre te llevaré conmigo y estoy seguro que nuestra historia te guardará en su seno.

Calurosamente,

Marcos A. Cabrera